miércoles, 17 de enero de 2018

Como la obtención de un amigo.

Para todas las personas obtener algo es algo que merece esfuerzo y dedicación, no dejarlo solo en soñar sino en vivirlo, sentir el momento en el que ese algo por el que tanto luchaste se dio solo por tu esfuerzo y quizá, la ayuda de los que te apoyan.
Lo más difícil de obtener para las personas quizá sea un título, conocimientos previos, dinero, un auto, amor, o tal vez un amigo. Quizá todas las muchas personas quiten la última opción de sus cabezas o su lista de quehaceres ya que tienen en sus mentes que hacer amigos es algo solo de hablarles. En parte tal vez sea eso, pero existen razones más concretas y profundas.
La niña de la que hablaremos era una de las personas que pensaban en los amigos como algo de solo hablar, los consideraba cantidad. Ella aún no tenía la edad suficiente para considerar amigo a alguien, ese era el pensamiento de su abuela la cual se lo repetía cada vez en una frase “no se les dice amigos a cualquiera que le hables. Si lo sigues haciendo te herirán y dolerá… dolerá mucho.” Pero cuando somos menores pensamos en nuestros abuelos como personas que quizá no aprendieron a disfrutar, no se divirtieron, o que eran amargados, quizá no se nos cruzó por la mente ni un momento que ellos ya debieron haber pasado por esto y que nos dan consejos de acuerdo a sus experiencias. En resumen, pensamos en ellos como aguafiestas por ir en contra de nuestra forma de pensar.
Cuando la pequeña niña aún tenía diez años tenía una “amiga”. La había conocido desde que ella había entrado en ese nuevo colegio. Su pequeño uniforme de falda azul marino y camiseta blanca le quedaba a la perfección. Jugaban en el patio del colegio, corriendo de un lado a otro para no ser atrapadas por el tiburón, hacían pijamadas en las que no duraban ni hasta la medianoche, salían juntas, por supuesto con supervisión, y diversas cosas más.
Hizo falta un año más para que todo se acabara. Al pasar de grado las separaron a las dos. La pequeña niña pensó que no importaba ya que eran amigas y aunque no esté una a lado de la otra se verían en los recreos.
El primer día pasó tal y como lo planeó. Se sintió afortunada por su mejor amiga. Pero al mes se comenzaron a alejar, ya no hablaban como antes, apenas y cruzaban miradas, pero al hacerlo ella solo le sonreía forzadamente a la niña que quería volver años antes para que todo sea mejor.
Un día la pequeña niña no encontraba a su amiga por ningún lugar. Por la preocupación decidió salir de clases a esperarla en la banca de madera cerca de la puerta principal. Momentos después su mejor amiga llegó, estaba feliz pero al cruzar la puesta y ver a quien la esperaba con tantas ansias su sonrisa se borró de golpe, su rostro se puso tenso y serio, ignoró la mirada de la niña y siguió de largó.
La niña pensó que quizá no la había visto o que estaba pensando en algo y solo la miró mas no la vio. Ella la iba siguiendo detrás, hablándole de diversas cosas y la otra no contestaba más que con un “ah” “sí” “no” “qué bien”. Hasta que supo que había algo que creía no fallaría. “Te compro algo” le dijo, y eso abrió paso a cada uno de sus días, distribuido en: amiga enojada, comprarle algo, quedarse conmigo. Así lo pensaba, cada uno en unos pasos, pero poco a poco se fue hartando, como cada persona normal. Hasta que llegó un momento en que la niña que ella consideraba su mejor amiga se burlaba de ella, hablaba a sus espadas de los secretos que ella le revelaba en esas pijamadas que tenía de vez en cuando, pero llegó un momento en que su “mejor amiga” comenzó a desquitarse con ella, no mediante palabras, sino mediante actos, golpeándola, fuertemente, gritándole, ferozmente. Lo único que tuvo que hacer es soportarla, ya que era su mejor amiga.
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Pero llegó el momento en que ya no podía más seguir con eso se defendió y dejó a esa niña que fue su mejor amiga por el momento irse. Y aunque le dolió, mucho, demasiado, no quiso seguir atándose a alguien que no lo quería.
Siguió con su vida, fue aprendiendo poco a poco de los verdaderos amigos. Comenzó a llamar a todos diferente mas no amigos. Pensó en los momentos en que llegaba a su casa llorando, sus pequeños cachetes sonrosados y mojados por las lágrimas, directo a ver a su abuela, y aunque ella se lo dijo muchas veces, no le importó, ahora siente perfectamente las razones que su abuela tuvo para darle esos consejos. Obtuvo desgracia y sabiduría a la vez. Pero supo que obtener un amigo no es fácil, peor los que son de verdad. Muchos pasarán por su camino diciéndole “no soy igual” pero hasta que no se compruebe no se creerá.

Esa niña ya no es la misma tonta de antes.


Creado por: Gabriela Liset Navarro Benitez. 

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