Mi madre me había dicho que no le tema a la oscuridad, porque si la temía me consumiría. Así que a mis 13 años de edad yo ya era una chica que se quedaba hasta tarde, sea estudiando, viendo programas de televisión o simplemente jugando, sola. Yo vivía con mi hermano y madre, pero justo ese día mi hermano llegaría tarde a la casa por cuestión de trabajo, mamá saldría con unas amigas de ella, ya que ella siempre se la pasa trabajando tiene que disfrutar más que sea un día en meses. Así que decidí quedarme sola.
Tenía todo programado, no quería salir de mi habitación por nada. Mi madre tenía llaves de la casa para entrar por su propia cuenta. Tomé en una botella un poco de agua, unos snacks que mamá me había comprado y me propuse a ver películas. Cerré la puerta de mi habitación y busqué una película. Yo soy muy rara, soy muy asustadiza pero aun así veo películas de terror.
En mi habitación hay una ventana que da para el patio, cuando terminó la película comencé a estirar mi cuerpo porque estaba tensa, con mi pie lancé el control remoto fuera de la cama, cerca de la ventana. Me levanté a cogerlo, puse la mano en el piso para sostenerme y con la otra tomé el control, un helado viento recorrió mi cuerpo como si alguien me estuviese observando, mi cara al levantarme quedó frente a frente con la ventana, la sangre se me fue a los pies y estaba inmovilizada. En esa ventana había una sombra que describía perfectamente los trazos de una persona, estaba cubierta de algo, parecía sangre, levantó su mano y la puso en mi ventana , como si quisiera tocarme.
Mi cuerpo reaccionó al instante, corrí a encender la luz y cuando lo hice, no había nada, ni un rastro de lo que estaba chorreando de su cuerpo.
Cuando mamá llegó la miré asustada, le dije todo lo que había visto y no me creyó. Me dijo que había sido un sueño y yo estaba convencida que no era así.
Creado por: Gabriela Navarro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario